Una de las zonas más problemáticas y que tendemos a olvidar al afeitarnos es el cuello: muchos nos concentramos más en el área de la cara, y al afeitar el cuello, terminamos con rojeces, irritación, picor (en el mejor de los casos), o hasta molestos granos, ocasionados por vellos que crecen por dentro del poro (foliculitosis de la barba).
Siguiendo estos consejos, con seguridad mejorará tu afeitado:
Primero que nada, prepara tu piel (no me cansaré de repetirlo). Una limpieza con un jabón suave, que a la vez hidrate la piel y el vello, es fundamental. El vapor de la ducha (por eso mi recomendación siempre será que te afeites después del baño o ducha) ayudará a relajar los músculos, abre los poros y deja el vello al descubierto, para que sea más fácil rasurarlo.
Sin embargo, si alguna vez has visitado a un barbero profesional (o lo has visto en películas), sabrás que antes de afeitar al cliente, echan mano de una toalla caliente. Por eso no la descarto: ayúdate dejando una pequeña toalla humedecida con agua caliente y exprimida unos minutos en el cuello.
Sé que a algunos de nosotros no nos gusta utilizar aceites antes de afeitarnos, pero hay que reconocer que pueden ser grandes aliados, sobre todo si tenemos problemas en la piel. Si decides probar algún aceite, el momento de aplicarlo es al salir de la ducha, antes de la toalla caliente.
Segundo. Conoce tu barba! Con pequeños movimientos circulares puedes detectar la dirección del crecimiento del vello. Si lo sabes, evitarás afeitarte en dirección contraria, porque esto ocasiona mayor irritación. Además, entre pases, es muy importante que enjuagues la cuchilla suficientemente bajo el grifo.
Tercero. No utilices una cuchilla poco afilada, y si eres del club del afeitado clásico, o con cuchillas de doble filo, escoge una que no sea tan agresiva. En caso contrario, si sigues utilizando las cuchillas desechables, busca un modelo que tenga menos cantidad de hojas (dos-tres máximo), y olvídate de presionar la cuchilla contra la piel cuando te afeitas. Literalmente, no te presiones!
Cuarto. OJO con la espuma “seca”. Si está muy muy espesa, más bien seca, que casi parezca crema dental, humedece la punta de la brocha en agua otra vez, y entonces vuelve a pasarla por toda la cara. El agua revivirá la espuma. Nunca te des un pase sin espuma. Toma tiempo y práctica aprender a lidiar con la espuma, pero terminarás por dominarla, no te preocupes. Se trata de trabajar la espuma en tu cara, moviendo la muñeca, no de “pintar” la cara con la brocha.
Quinto. Por último, puedes tensar un poco la piel, pero no la estires sin compasión, la mejor forma es inclinando la cabeza un poco hacia atrás, esto te dará la tensión suficiente para sentir que la piel está “plana”.
Finalmente, elimina restos de espuma y vello con agua tibia, y enjuaga por última vez con agua fría (incluso, me gusta rociarme con agua termal , también en el cuello, sin secarla, dejando que la piel la absorba, y después me aplico el after shave).
Espero que te haya gustado, que pongas en práctica los consejos a la hora de afeitar el cuello.
Siguiendo estos consejos, con seguridad mejorará tu afeitado:
Primero que nada, prepara tu piel (no me cansaré de repetirlo). Una limpieza con un jabón suave, que a la vez hidrate la piel y el vello, es fundamental. El vapor de la ducha (por eso mi recomendación siempre será que te afeites después del baño o ducha) ayudará a relajar los músculos, abre los poros y deja el vello al descubierto, para que sea más fácil rasurarlo.
Sin embargo, si alguna vez has visitado a un barbero profesional (o lo has visto en películas), sabrás que antes de afeitar al cliente, echan mano de una toalla caliente. Por eso no la descarto: ayúdate dejando una pequeña toalla humedecida con agua caliente y exprimida unos minutos en el cuello.
Sé que a algunos de nosotros no nos gusta utilizar aceites antes de afeitarnos, pero hay que reconocer que pueden ser grandes aliados, sobre todo si tenemos problemas en la piel. Si decides probar algún aceite, el momento de aplicarlo es al salir de la ducha, antes de la toalla caliente.
Segundo. Conoce tu barba! Con pequeños movimientos circulares puedes detectar la dirección del crecimiento del vello. Si lo sabes, evitarás afeitarte en dirección contraria, porque esto ocasiona mayor irritación. Además, entre pases, es muy importante que enjuagues la cuchilla suficientemente bajo el grifo.
Tercero. No utilices una cuchilla poco afilada, y si eres del club del afeitado clásico, o con cuchillas de doble filo, escoge una que no sea tan agresiva. En caso contrario, si sigues utilizando las cuchillas desechables, busca un modelo que tenga menos cantidad de hojas (dos-tres máximo), y olvídate de presionar la cuchilla contra la piel cuando te afeitas. Literalmente, no te presiones!
Cuarto. OJO con la espuma “seca”. Si está muy muy espesa, más bien seca, que casi parezca crema dental, humedece la punta de la brocha en agua otra vez, y entonces vuelve a pasarla por toda la cara. El agua revivirá la espuma. Nunca te des un pase sin espuma. Toma tiempo y práctica aprender a lidiar con la espuma, pero terminarás por dominarla, no te preocupes. Se trata de trabajar la espuma en tu cara, moviendo la muñeca, no de “pintar” la cara con la brocha.
Quinto. Por último, puedes tensar un poco la piel, pero no la estires sin compasión, la mejor forma es inclinando la cabeza un poco hacia atrás, esto te dará la tensión suficiente para sentir que la piel está “plana”.
Finalmente, elimina restos de espuma y vello con agua tibia, y enjuaga por última vez con agua fría (incluso, me gusta rociarme con agua termal , también en el cuello, sin secarla, dejando que la piel la absorba, y después me aplico el after shave).
Espero que te haya gustado, que pongas en práctica los consejos a la hora de afeitar el cuello.